CARTA DE UN HIJO A SUS PADRES

viernes, 5 de enero de 2007

No me des todo lo que pido.
A veces solo pido para ver hasta donde puedo coger.

No me grites.
Te respeto menos cuando lo haces; y me enseñas a gritar a mí también y yo no quiero hacerlo.

No me des siempre ordenes.
Si en vez de ordenes a veces me pidieras cosas, yo lo haría más rápido y con más gusto.

Cumple las promesas buenas o malas.
Si me prometes un premio, dámelo, pero también si es un castigo.

No me compares con nadie, especialmente con mi hermano o mi hermana. Si tu me haces sentir mejor que los demás; alguien va a sufrir; y si me hacer sentir peor que los demás; seré yo quien sufra.

No cambies de opinión tan a menudo sobre lo que debo hacer.
Decide y mantén esa decisión.

Déjame valerme por mí mismo.
Si tu haces todo por mí, yo nunca podré aprender.

No digas mentiras delante de mi, ni me pidas que lo haga por ti, aunque sea para sacarte de un apuro.
Me haces sentirme mal y perder la fe en lo que me dices.

Cuando yo hago algo malo, no me exijas que te diga él porque lo hice.
A veces ni yo mismo lo sé.

Cuando estas equivocado en algo, admítelo y crecerá la opinión que yo tengo de ti, y así me enseñaras a admitir mis equivocaciones también.

Trátame con la misma amabilidad y cordialidad con la que tratas a tus amigos.
Porque seamos familia no quiere decir que no podamos ser amigos también.

No me digas que haga una cosa, cuando tu no la haces.
Yo aprenderé lo que tu hagas, aunque no lo digas. Pero nunca haré lo que tu digas y no hagas.

Cuando te cuente un problema mío, no me digas "no tengo tiempo para bobadas", o "eso no tiene importancia".
Trata de comprenderme y ayudarme.

Y quiéreme, y dímelo.
A mí me gusta oírtelo decir, aunque no creas necesario decírmelo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario