CUSTODIA SIEMPRE COMPARTIDA

miércoles, 18 de abril de 2007

EL PERIODICO
Cartas de los Lectores - 16/04/2007

GEMMA Lienas
Escritora

Leo en un periódico el enojo mayúsculo de un hombre que acaba de divorciarse con el resultado de tres a cero a favor de la contrincante: él ha perdido el domicilio, buena parte de su salario y la posibilidad de ocuparse con regularidad de su prole.
Me meto en la piel del tipo y vivo su indignación como si fuera mía. Claro que romper la pareja siempre comporta alguna pérdida, pero ¿tantas? ¿Y todas para él? La explicación de esta injusticia estriba en el hecho de que, si hay criaturas, la ley protege a la madre: le da la custodia y, como consecuencia, el piso y una pensión.
Lo que no acierto a entender es por qué las parejas jóvenes no lo hablan antes de liarse a tener descendencia y suscriben un acuerdo con el fin evitar hipotéticos conflictos posteriores. Me imagino que él podría decir: "Churri, yo no pertenezco al 48% de españoles que creen que la mujer tiene que dejar de trabajar en cuanto es madre, ni al 33% que creen que tiene que pedir jornada reducida. Tampoco comparto las tesis de Sala Martí, que justifica la desviación negativa de los salarios femeninos por los papeles diferentes que hombre y mujer 'acuerdan' tener dentro de la familia. Así pues, declaro que me ocuparé de las criaturas y de la casa en la misma proporción que tú, porque el cuidado del hogar tiene que ser compartido. De modo que, por ponerte algunos ejemplos, solicitaré el permiso de paternidad para que tu baja maternal sea más corta y perjudique menos tu carrera, dejaré mi puesto de trabajo si llaman del colegio porque la niña tiene fiebre, recordaré que faltan pañales...". Y ella respondería: "Y yo, churri, me pasaré por el arco de triunfo las críticas del vecindario y la educación recibida y no me sentiré culpable si lo haces". Y firmarían el acuerdo de CCAD: custodia compartida antes y después.
Hijas e hijos saldrían ganando: podrían disfrutar de un padre con tiempo para hacer de padre y de una madre con tiempo propio.
Y así, en caso de divorcio, los varones no perderían el combate ya que los términos de la rendición por ambas partes deberían respetar la igualdad mantenida hasta el momento.

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