OL. MARSELLA-ATLÉTICO DE MADRID: LA VICTORIA DE LA VIOLENCIA

domingo, 7 de diciembre de 2008

El Atlético de Madrid ha recibido multitud de amenazas de muerte hacia sus seguidores si éstos se desplazan a Marsella para presenciar el encuentro del próximo martes. Incluso el equipo ha decidido no pernoctar en tierras galas para evitar posibles problemas.

Sin embargo, mucho más doloroso que todo eso me parece el hecho de que esta noticia no me sorprenda. Desgraciadamente, el fútbol ha asumido (es decir, hemos permitido que asuma) como propio un grado tal de violencia que casi cualquier cosa es imaginable. No lo sería en golf o en tenis, pero sí en fútbol.

A pesar de todo, no me resigno a que el mal sea perpetuo. Creo en la viabilidad del cambio. Por eso, porque creo que otro fútbol es posible, en los partidos que dirijo como árbitro no permito faltas de respeto por parte de los espectadores, tal como he expuesto en anteriores escritos. La violencia verbal acaba generando la física, y hay que cortar de raíz cualquier atentado contra la dignidad humana, por pequeño que pueda parecer, si queremos un fútbol (y un deporte) verdaderamente sano y ejemplar.

Como he afirmado en numerosas ocasiones, a mi juicio, corresponde a los diferentes organismos deportivos nacionales (Consejo Superior de Deportes, Federaciones y Comités de Árbitros) liderar la batalla contra las faltas de respeto en el fútbol y en el deporte en general. Los árbitros y el resto de deportistas, así como los padres de familia y sus hijos, agradecerían que comenzase una lucha firme y decidida contra la violencia (empezando por la verbal, por supuesto).

Si un árbitro de catorce años, tras su primer encuentro oficial, remitiese a su federación y a su comité una carta en la que preguntase qué debe hacer cuando lo insultan en un campo de fútbol y cómo piensan actuar dichos organismos para tratar de acabar con las faltas de respeto, ¿qué respuesta encontraría?

Ha llegado la hora, por qué no, de que los organismos deportivos de este país le respondan a ese chaval, humillado e indefenso, que podría ser cualquiera de los que se visten de árbitro cada fin de semana. Y ha llegado la hora, por qué no, de que los medios de comunicación condenen abiertamente la violencia (insisto: también la verbal) y exijan a esos organismos que se pronuncien.

El fútbol (y el deporte en general) puede ayudar a la convivencia o puede ser otra más de las fuentes de violencia que nos golpean y nos inundan de dolor. No vale con lamentarse; hay que actuar.

ÁNGEL ANDRÉS JIMÉNEZ BONILLO.
ÁRBITRO DE FÚTBOL DE LA DELEGACIÓN DE LA COSTA DEL SOL.

6 DE DICIEMBRE DE 2008.

bonilloangel@hotmail.com
jimenezbonillo@gmail.com

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