EL MUNDO SEGÚN MONSANTO

viernes, 10 de abril de 2009



"No sé si mi libro sobre Monsanto es de terror, pero da mucho miedo porque, por desgracia todo lo que cuento ahí es verdad", asegura la periodista francesa Marie-Monique Robin, que acaba de publicar en España un ensayo sobra esta multinacional de semillas transgénicas a la que acusa de prácticas "mafiosas".

Las acusaciones de Robin sobre Monsanto son infinitas: vender semillas genéticamente modificadas que no han demostrado su inocuidad tóxica, que además tienen que ser tratadas por fertilizantes y pesticidas de la misma empresa, igualmente tóxicos, en un ciclo monopolístico, que según esta experta no sólo acaba con la biodiversidad allí donde se implantan, sino que no garantizan mejores cosechas y empobrecen los terrenos.

La periodista se ha entrevistado durante tres años con políticos, campesinos y científicos, algunos de los cuales han sufrido en sus propias carnes el "efecto Monsanto", ya sea por haber sido represaliados y despedidos por sus investigaciones acerca del riesgo que conllevan los productos OGM o haber desarrollado algún tipo de cáncer por estar en contacto con ellos.

Robin reconoce que le ha costado encontrar un editor en Estados Unidos para este reportaje de 500 páginas, un fenómeno social en Francia, donde ha vendido unos 100.000 ejemplares, y que ha sido traducido a trece idiomas, pero al que se le resistía el mercado norteamericano, ya que según la autora las presiones de la multinacional han sido muy fuertes para evitar que viera la luz.

La compañía -recuerda Robin- comercializa el 90% de los cultivos transgénicos del mundo (8.600 millones de euros de facturación en 2007), es la mayor vendedora de semillas en Latinoamérica, Asia, Estados Unidos y Canadá, y entre sus "hitos" químicos está la fabricación del "agente naranja", un devastador pesticida utilizado por Estados Unidos en la guerra de Vietnam.

Robin recuerda que la multinacional tiene abiertos decenas de procesos penales en todo el mundo, por problemas de salud generados por sus productos, pero también por prácticas monopolísticas.

Según lo describe la investigadora -autora también de un exitoso documental de televisión sobre esta empresa- la multinacional se comporta como una estructura salida de la mente de George Orwell, ya que tiene una "meta totalitaria y monopolística" y utiliza métodos muy similares a los de la mafia.

El libro hace un repaso de las relaciones entre los políticos encargados de redactar la reglamentación sobre transgénicos y las empresas del sector, con casos de miembros de la administración pública en EEUU que tras promover leyes permisivas a estos productos, para reducir las pruebas toxicológicas, se pasaron al otro lado, alguno incluso como "vicepresidente" de la multinacional.

Robin se sorprende de la permisividad que hay en España sobre maíz BT, un cultivo de Monsanto que no está autorizado en ningún otro país europeo, y adelanta que está investigando la relación de cuatro personas del Ministerio de Agricultura español con la multinacional, como ocurre también con algunos miembros de comités científicos que asesoran a la UE.

La periodista rechaza la teoría de que los transgénicos sean la panacea para poder cubrir la demanda de alimentos. "Producimos demasiado, para alimentar a 12.000 millones de personas cuando somos poco más de 6.000".


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