Hace
poco invitaba al mundo del deporte en general, especialmente al del fútbol, a
llevar a cabo una campaña a favor del respeto (http://www.deportesininsultos.com), absolutamente necesaria si
queremos que la educación de los más jóvenes se vea favorecida, no perjudicada.
Las
federaciones y los comités de árbitros parecen estar atados de pies y manos
ante estos temas, como si pudieran conllevar problemas a ciertos cargos
directivos. Los medios de comunicación, aunque a veces condenan las conductas
censurables, no suelen hacerlo con la firmeza que, moralmente, el asunto exige.
Por su parte, los clubes grandes tampoco se ponen la ética como un objetivo
primordial, ya que, por ejemplo, no reprueban públicamente los casos de
fingimiento de sus jugadores, dando por sentado que ganar siempre es lo más
importante, aunque sea con medios ilícitos. En el caso de los árbitros que
tienen aspiraciones de ascenso, es evidente que no pueden señalarse por su
cuenta liderando este tipo de campañas, pues sus aspiraciones se verían muy
afectadas (o directamente eliminadas).
Ante
esta situación, y considerando que algún día tendrá que encenderse la mecha en
esto del respeto y las buenas formas en ciertos deportes (me niego a resignarme
a eso de que “el fútbol es así”), creo que dicha mecha deben prenderla entre
los equipos de base (en los que se supone que la educación es el fin principal)
y los árbitros que, como yo, ya no pueden temer ningún tipo de sanción, pues ya
han hecho su carrera y sólo siguen arbitrando por afición; es decir, los clubes
que ponen el dinero y los resultados en segundo plano, y los árbitros que nos
sentimos libres para llevar un mensaje educativo y apostar por él. Tenemos una
oportunidad y una responsabilidad preciosas. Adelante.
Ángel
Andrés Jiménez Bonillo, árbitro de fútbol y Presidente de la Asociación Deporte
Sin Insultos.
8
de enero de 2012
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