EL CABALLO DE BALACÍN GANADOR.

jueves, 22 de abril de 2010

"LA SUERTE"



Había una vez una hermosa mujer que tenía tres hijos, un niño y dos niñas. Todos decían:

Es una madre muy buena. Adora a sus hijos.

Pero sólo ella sabía que, en su corazón, no sentía amor alguno por sus hijos ni por nadie. Y los niños también lo sabían. Lo podían ver en sus ojos. A ella, sólo le preocupaba una cosa: el dinero.

La familia vivía en una casa agradable, pero tanto la madre como el padre siempre se habían sentido pobres. Les gustaban las cosas caras, pero siempre estaban preocupados. Nadie lo hubiera dicho, pero era como si aquella casa estuviera encantada, con voces que dijeran «¡Tiene que haber más dinero! ¡Tiene que haber más dinero!».

Un día, el niño, Paul, le preguntó a su madre:

¿Por qué somos pobres?

Porque tu padre no tiene suerte - dijo agriamente la mujer.

¿La suerte es el dinero, madre? - preguntó no sin cierto temor.

No, Paul No exactamente. Pero es lo que te da el dinero. Si tienes suerte, tienes dinero. Ése es el motivo por el cual es mejor tener suerte que ser rico. Si eres rico, puedes perder todo tu dinero. Pero, si tienes suerte, siempre serás rico.

Paul se puso a pensar en cómo podría encontrar la suerte. Se subió a su caballo de balancín y dijo:

¡Venga! ¡Llévame hasta donde se halle la suerte!

Él sabía que el caballo podía llevarle hasta donde estaba la suerte, y se puso a cabalgar con furia.

Un día, su tío Óscar lo vio y dijo:

Hola, pequeño Paul. ¿Cabalgando sobre un caballo ganador? ¿Cómo se llama tu caballo?

Tiene muchos nombres - dijo Paul -. Él conoce los nom¬bres de todos los caballos ganadores. La semana pasada se lla¬maba Sansovino.

¿Podrías decirme el nombre del ganador de la gran carrera de mañana? - preguntó su tío.

Sí - dijo el niño -. Es Daffodil.

Para sorpresa de su tío, un caballo llamado Daffodil ganó la carrera. El siguiente caballo del que Paul estaba seguro que ganaría se llamaba Lively Spark. Paul volvió a tener suerte, pues su caballo ganó. Y cada vez que montaba sobre su caballo de balancín, se enteraba del nombre del caballo ganador de la carrera del día siguiente.

Paul y su tío empezaron a ganar mucho dinero. Paul puso todo el dinero en un sobre y se lo dio a su madre como regalo de cumpleaños, sin decirle de dónde lo había sacado. No tardó mucho en haber nuevo mobiliario y nuevos cojines en la casa, y la madre le dijo a Paul que lo iba a enviar a una escuela muy cara.

Pero, entonces, sucedió algo muy extraño. La casa parecía estar llena de extrañas voces que susurraban: «¡Tiene que haber más dinero! ¡Tiene que haber más dinero!».

Una noche, mientras Paul estaba cabalgando sobre su caballo de balancín, la madre oyó un extraño ruido proveniente del dormitorio del niño. Fue hasta allí y vio a Paul sobre su caballo gritando:

¡Es Malabar! ¡Es Malabar!

De repente, se cayó del caballo, ardiendo de fiebre, y repi¬tiendo una y otra vez el nombre de «Malabar».

¿Qué significa Malabar? - preguntó la mujer a su marido.

Él no lo sabía. Pero después se lo preguntó a alguien que sí que lo sabía: el tío Óscar. Sabía que era el nombre de un caballo que correría en el Derby, la carrera de caballos más importante del año.

Paul empeoró. Su tío llegó para decir que Malabar había ganado la carrera, y que todos ellos habían ganado miles de libras.

¡Lo sabía! - dijo Paul -. Nunca te lo dije, madre. Si monto sobre mi caballo, estoy absolutamente seguro. Tengo suerte.

Pero, aquella noche, el pequeño murió. La madre tuvo el dinero que siempre había deseado, pero había perdido al hijo que montaba sobre su caballo de balancín para descubrir al ganador.

(Adaptado a partir de un relato de D. H. Lawrence)

1 comentario

  1. Hola pumj: buen cuento, y hay que sacar la enseñanza.... Todos a veces tenemos, y cuanto mas tenemos mas queremos, sin darnos cuenta, de lo que nos estamos perdiendo.

    un saludo

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