EL PERIODICO
LOS CONFLICTOS DE FAMILIA
J. G. ALBALAT - BARCELONA - 21/6/2007
DEJÓ DE LLAMARME 'PAPÁ'
• Jesús afirma que la justicia era el único camino que le quedaba para proteger a Judith.
• "Mi ex le inculcó miedo hacia mí", dice.
Jesús D. es médico y ahora reside en Barcelona. Adriana L. es fisioterapeuta. Se casaron y vivieron juntos durante seis años en Manresa. Fruto de su relación nació Judith, que el próximo 28 de septiembre cumple 9 años. Pero un día ese amor se rompió y entonces el matrimonio decidió separarse. Casi fue de mutuo acuerdo. En casi todo se pusieron de acuerdo, menos en lo relacionado con la niña. "Hemos arreglado todo menos lo de nuestra hija. No ha sido posible dialogar respecto a este asunto. La idea de la madre es: 'La niña es mía y tú no eres su padre'. Y eso no puede ser", aseguró ayer a EL PERIÓDICO Jesús.
Al principio de la separación no había problemas. Jesús veía a su hija cada 15 días. Pero la situación se enrareció. "La madre le inculcaba miedo hacia mí. Por ejemplo, una vez fuimos en funicular a Montserrat. Cuando llegó a casa, su madre le dijo: '¡Te podía haber matado!'. Judith tuvo la sensación de que la había puesto en peligro", relata.
El poder del odio
"La madre lo tergiversaba todo. El mensaje era constante", explica Jesús. "Judith cada vez me rechazaba más y más, y la madre continuaba poniéndola en mi contra. Me llegó a tener un odio increíble. Dejó de llamarme papá y pasó a llamarme Jesús", recuerda con amargura. "Mi exmujer me decía que la niña no quería verme y cerraba la puerta de casa".
La madre tiene tiempo hasta el lunes para entregar a la niña a los abuelos paternos. Jesús, representado por el abogado Leopold Corbella, no ve a su hija desde hace varios años. "La única protección que tenía mi hija era la justicia. Por desgracia, no había otra solución. Es como si la niña estuviera en una secta. Recibía la influencia negativa de su madre", confiesa. Está dispuesto a que en un futuro su exesposa vuelva a tener contacto con la pequeña, siempre que la mujer haya cambiado de actitud y los especialistas lo confirmen. "Judith necesita a su madre y a su padre", razona Jesús.
• El fallo, pionero, responsabiliza a la exesposa de la "fobia" que siente la menor hacia su progenitor.
• La jueza también prohíbe a la madre visitar a la niña, de 8 años, al menos durante seis meses.
La jueza de Manresa María Eloína González ha retirado a una madre la guardia y custodia de su hija de 8 años y se la ha concedido al padre al considerar que la menor estaba siendo influenciada negativamente por la mujer en contra del progenitor. La niña, Judith, padece lo que se denomina síndrome de alienación parental o, lo que es lo mismo, fobia grave hacia su padre.
La magistrada, en una sentencia pionera en Catalunya, no solo ha otorgado la guardia y custodia de la menor al padre, Jesús D., de 48 años, sino que ha suspendido, durante al menos seis meses, el derecho de comunicación y de visitas a la madre, Adriana L., de 33 años, y a la familia materna.
UN MES DE EVALUACIÓN
Durante el primer mes, la niña residirá en casa de los abuelos paternos. El padre podrá acudir a verla en horario que no interfiera las obligaciones escolares de la pequeña, pero no podrá quedarse a dormir. Pasado ese mes, y tras evaluar el dictamen de los especialistas, se estudiará si es oportuno que Judith vaya a vivir con el padre.
La sentencia dictada sobre el divorcio de la pareja destaca que prácticamente desde la separación del matrimonio, en el 2003, cuando la niña tenía solo 4 años y medio, la madre "ha estado permanentemente obstaculizando" la comunicación entre padre e hija, de manera que han sido "muchísimas" las ocasiones en las que el progenitor se ha visto privado de estar con la menor.
La madre alegó en su día que la pequeña había sido víctima de malos tratos por parte del padre, pero, la jueza recuerda que nunca se presentó denuncia por ello y que no se detectaron esas agresiones en los escasos contactos que mantuvieron el padre y la hija, ya que casi siempre estuvieron presentes terceras personas. "Ningún riesgo existía para la niña por dichos contactos con el padre", explica.
El fallo judicial destaca que prácticamente desde la separación "la relación entre padre e hija quedó cortada" y que los intentos para que la situación se normalizara han sido infructuosos. La madre se amparó en que la menor no quería estar con su progenitor. "A esas edades, los padres y las madres no pueden ceder en la autoridad" que les corresponde. Y esa autoridad, agrega, la "deben ejercer con cariño, constancia y tesón, fomentando en los hijos no rechazo de uno hacia el otro progenitor, sino alentando respeto y amor hacia el mismo con independencia de la situación de separación".
DERECHO FUNDAMENTAL
Los peritos médicos han determinado que Judith sufre "un problema racional o una fobia hacia su padre", una situación que ha podido ser constada personalmente por la jueza, según admite, en las diligencias de exploración practicadas a la menor. "Tanto la menor como su padre fueron privados de ese derecho fundamental a la relación", pues "no se ha probado durante todos estos años la existencia de algún hecho grave que la impidiera", relata. La jueza es taxativa: la falta de comunicación entre padre e hija "ha sido provocada, fomentada o auspiciada por la madre y la familia materna".
La jueza ha acordado también abrir diligencias contra la madre por un presunto delito de sustracción de menor, ya que en diciembre del 2006, cuando se le notificó las medidas provisionales que ya otorgaban la custodia al padre, la mujer desapareció con la niña. Judith dejó incluso de ir al colegio.
LOS CONFLICTOS DE FAMILIA
J. G. ALBALAT - BARCELONA - 21/6/2007
DEJÓ DE LLAMARME 'PAPÁ'
• Jesús afirma que la justicia era el único camino que le quedaba para proteger a Judith.
• "Mi ex le inculcó miedo hacia mí", dice.
Jesús D. es médico y ahora reside en Barcelona. Adriana L. es fisioterapeuta. Se casaron y vivieron juntos durante seis años en Manresa. Fruto de su relación nació Judith, que el próximo 28 de septiembre cumple 9 años. Pero un día ese amor se rompió y entonces el matrimonio decidió separarse. Casi fue de mutuo acuerdo. En casi todo se pusieron de acuerdo, menos en lo relacionado con la niña. "Hemos arreglado todo menos lo de nuestra hija. No ha sido posible dialogar respecto a este asunto. La idea de la madre es: 'La niña es mía y tú no eres su padre'. Y eso no puede ser", aseguró ayer a EL PERIÓDICO Jesús.
Al principio de la separación no había problemas. Jesús veía a su hija cada 15 días. Pero la situación se enrareció. "La madre le inculcaba miedo hacia mí. Por ejemplo, una vez fuimos en funicular a Montserrat. Cuando llegó a casa, su madre le dijo: '¡Te podía haber matado!'. Judith tuvo la sensación de que la había puesto en peligro", relata.
El poder del odio
"La madre lo tergiversaba todo. El mensaje era constante", explica Jesús. "Judith cada vez me rechazaba más y más, y la madre continuaba poniéndola en mi contra. Me llegó a tener un odio increíble. Dejó de llamarme papá y pasó a llamarme Jesús", recuerda con amargura. "Mi exmujer me decía que la niña no quería verme y cerraba la puerta de casa".
La madre tiene tiempo hasta el lunes para entregar a la niña a los abuelos paternos. Jesús, representado por el abogado Leopold Corbella, no ve a su hija desde hace varios años. "La única protección que tenía mi hija era la justicia. Por desgracia, no había otra solución. Es como si la niña estuviera en una secta. Recibía la influencia negativa de su madre", confiesa. Está dispuesto a que en un futuro su exesposa vuelva a tener contacto con la pequeña, siempre que la mujer haya cambiado de actitud y los especialistas lo confirmen. "Judith necesita a su madre y a su padre", razona Jesús.
• El fallo, pionero, responsabiliza a la exesposa de la "fobia" que siente la menor hacia su progenitor.
• La jueza también prohíbe a la madre visitar a la niña, de 8 años, al menos durante seis meses.
La jueza de Manresa María Eloína González ha retirado a una madre la guardia y custodia de su hija de 8 años y se la ha concedido al padre al considerar que la menor estaba siendo influenciada negativamente por la mujer en contra del progenitor. La niña, Judith, padece lo que se denomina síndrome de alienación parental o, lo que es lo mismo, fobia grave hacia su padre.
La magistrada, en una sentencia pionera en Catalunya, no solo ha otorgado la guardia y custodia de la menor al padre, Jesús D., de 48 años, sino que ha suspendido, durante al menos seis meses, el derecho de comunicación y de visitas a la madre, Adriana L., de 33 años, y a la familia materna.
UN MES DE EVALUACIÓN
Durante el primer mes, la niña residirá en casa de los abuelos paternos. El padre podrá acudir a verla en horario que no interfiera las obligaciones escolares de la pequeña, pero no podrá quedarse a dormir. Pasado ese mes, y tras evaluar el dictamen de los especialistas, se estudiará si es oportuno que Judith vaya a vivir con el padre.
La sentencia dictada sobre el divorcio de la pareja destaca que prácticamente desde la separación del matrimonio, en el 2003, cuando la niña tenía solo 4 años y medio, la madre "ha estado permanentemente obstaculizando" la comunicación entre padre e hija, de manera que han sido "muchísimas" las ocasiones en las que el progenitor se ha visto privado de estar con la menor.
La madre alegó en su día que la pequeña había sido víctima de malos tratos por parte del padre, pero, la jueza recuerda que nunca se presentó denuncia por ello y que no se detectaron esas agresiones en los escasos contactos que mantuvieron el padre y la hija, ya que casi siempre estuvieron presentes terceras personas. "Ningún riesgo existía para la niña por dichos contactos con el padre", explica.
El fallo judicial destaca que prácticamente desde la separación "la relación entre padre e hija quedó cortada" y que los intentos para que la situación se normalizara han sido infructuosos. La madre se amparó en que la menor no quería estar con su progenitor. "A esas edades, los padres y las madres no pueden ceder en la autoridad" que les corresponde. Y esa autoridad, agrega, la "deben ejercer con cariño, constancia y tesón, fomentando en los hijos no rechazo de uno hacia el otro progenitor, sino alentando respeto y amor hacia el mismo con independencia de la situación de separación".
DERECHO FUNDAMENTAL
Los peritos médicos han determinado que Judith sufre "un problema racional o una fobia hacia su padre", una situación que ha podido ser constada personalmente por la jueza, según admite, en las diligencias de exploración practicadas a la menor. "Tanto la menor como su padre fueron privados de ese derecho fundamental a la relación", pues "no se ha probado durante todos estos años la existencia de algún hecho grave que la impidiera", relata. La jueza es taxativa: la falta de comunicación entre padre e hija "ha sido provocada, fomentada o auspiciada por la madre y la familia materna".
La jueza ha acordado también abrir diligencias contra la madre por un presunto delito de sustracción de menor, ya que en diciembre del 2006, cuando se le notificó las medidas provisionales que ya otorgaban la custodia al padre, la mujer desapareció con la niña. Judith dejó incluso de ir al colegio.
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